viernes, 4 de febrero de 2011

CUENTO UNO

FIN DE AÑO

La fiesta de fin de año había resultado buena, rodeado de mis parientes mas cercanos y de los amigos mas íntimos. La cena había sido espléndida, a base de los platillos tradicionales que se acostumbran en estas fechas; la bebida, moderada, como siempre. La plática emocionante y siempre dejando algo para meditar a posteriori. Después de los abrazos y parabienes, yo me retiré a descansar y dormí profundamente, casi de inmediato. Poco a poco la casa fue quedando en silencio y finalmente solo se escuchaba la respiración de alguien y los leves ronquidos de los durmientes.

Por la mañana me levanté temprano, como era mi costumbre y me dirigí a la cocina a preparar café, salí al jardín a recoger el diario. La calle se encontraba solitaria y la ciudad se sentía silenciosa, era una auténtica ciudad dormida, pues la mayoría se desvelaba hasta altas horas de la madrugada; no faltaba quien, abusando de la bebida, terminaba tirado en una banqueta o, en el peor de los casos, en una delegación o en el hospital, desafortunadamente, algunos en la morgue. Así era la vida y nunca cambiaría.

Regresé a la cocina y me serví una taza de café. El reloj marcaba las 8:05 de la mañana y la casa seguía en silencio. De improviso la cocina se fue obscureciendo, como si alguien hubiera corrido una cortina en la ventana y la luz del sol dejara de alumbrar. No sentí miedo, aunque sí percibí una leve corriente de aire, como alguien respirando cerca de mí. Concentré mi pensamiento en el momento que estaba viviendo y empecé a percibir unas siluetas blanquecinas, tenían forma humana, pero solamente de la cintura hacia arriba, pues hacia abajo se iban diluyendo, como el humo de una vela que se apaga. Dentro de mi escuché una voz que se me hizo conocida.

—Me doy cuenta que me recuerdas, dijo dentro de mi esa voz conocida, aunque hace buen tiempo que no tenemos esta comunicación.

—Me doy cuenta, dije en mi pensamiento, eres mi espíritu, aunque no percibo a nuestra compañera, la mente.

—En esta oportunidad solamente me comunico yo, pues el mensaje es plenamente espiritual. Te darás cuenta de que hay otros seres que nos acompañan, ahora no los reconoces, pero en vida fueron muy cercanos a ti.

El espíritu hizo alguna señal, pues una de las formas se aproximó a mi y me habló.

—¿Cómo estás, querido amigo?, espero no te hayas olvidado de mi, pues yo siempre he seguido cerca de ti y en ocasiones te he guiado.

—Estoy bien, Gerardo, repuse cómo si escuchara físicamente su voz, reconocí quien me hablaba, mi querido amigo, quien había partido hacía ya 27 años. Un sentimiento entre tristeza y alegría me envolvió.

—No te inquietes, ya han pasado muchos años para ti, aunque en esta dimensión no estamos limitados por el tiempo. No te sientas triste, pues yo me encuentro bien, mejor que cuando estaba en tu mundo, pues esta es la verdadera vida. Me he mantenido cerca de mi esposa y mis hijos y los he guiado por buen camino. Fue difícil durante los meses que duró su luto, diferente tiempo en cada uno, pues yo también sufría y lloraba con ellos; al mismo tiempo intentaba infundirles el sentimiento de amor necesario para que superaran la separación. En el caso de mi mujer, encontró otro compañero y me alegro, pues así tendrá quien la apoye y vea por ella en la vida física. Mis hijos se han hecho hombres y se ha prolongado mi vida mediante sus propios hijos, mis nietos, lamento que no haya tenido tiempo de abrazarlos físicamente, pero lo hago espiritualmente, de manera constante.

—Pero dime, le interrumpí, ¿qué fue lo que te ocurrió?

—El cómo no es importante, pues solamente son medios que se utilizan para marcar nuestro “punto final”. Si por mis ocupaciones hubiera estado en la oficina o en mi casa, de una u otra manera hubiera resultado lo mismo. Era el momento que tenía señalado para volver y me alegro que haya ocurrido, pues mi trabajo ya había terminado, pero nuestra vida espiritual es interminable, de hecho estoy próximo a una nueva vida física.

—¿Cuándo y dónde será?, quise saber para tratar de localizarlo.

—Eso no debes saberlo, pues complicaría mi trabajo futuro. Las relaciones de la carne no siempre son firmes y duraderas, pero nuestra misión es hacerlas perdurables en el plano espiritual y somos enviados a lugares donde hace falta afirmar dichas amistades.

—Tal vez esto si me lo puedas contestar, Gerardo: ¿En qué momento el espíritu toma posesión de un cuerpo físico?

—La respuesta no es tan simple, pues la afinidad se establece antes de que se haga la concepción, aún antes de que una pareja se conozca físicamente. Debes entender que el espíritu no es como una semilla que se siembra en un cuerpo. El espíritu es una energía que siempre se encuentra unida al Creador. Tú me percibes en este momento, por voluntad del Padre y esta especie de humo que percibes, no es realmente el cuerpo espiritual. Imagina las ondas cerebrales, no las puedes ver, pero mediante un aparato mecánico, se pueden detectar y hacer una gráfica. Así es el espíritu, es una energía imperceptible para los sentidos físicos, pero llegará el día que se haga un aparato que lo pueda percibir; se han hecho intentos, como la llamada “cámara Kirlian”, mediante la que han podido fotografiar un campo electromagnético que envuelve a los cuerpos vivos; de la misma forma, llegará el momento en que se pueda fotografiar el espíritu.

—Quiere esto decir, volví a intervenir, que si se practica un aborto, ¿es como si se asesinara a una persona viva?

—Efectivamente, pues ese ser ya está en el proceso de llevar a cabo un trabajo encomendado por el Padre, al hacer el aborto, se está quitando esa posibilidad de vida y el espíritu tiene que esperar otra oportunidad de encarnación.

—¿Qué ocurre con quienes quitan una o varias vidas?

—Eso solamente el Padre lo puede saber, solo te puedo decir que es un gran retroceso en el desarrollo espiritual de esos desgraciados seres, pues tienen la obligación de reponer cada una de las vidas que cortaron.

—Pero ya intervine bastante y hay otro ser que te quiere saludar, también te será fácil reconocerlo, pues hay mucha afinidad entre ustedes.

Mi querido amigo se retiró y otro de los seres se aproximó a mi, sentí como una gran calidez en mi cuerpo y me “habló”

—Hola, ¿cómo estás?, espero me reconozcas, pues nuestras formas ya no son las que tú conociste, ahora nos encontramos por otros medios, entre ellos, el mas importante es la afinidad.

—¡Desde luego que te reconozco!, querido amigo, me alegro de poder hablar contigo, pues me sentí muy triste cuando me enteré de tu partida y por encontrarme tan lejos no pude acompañar a tu familia.

—De eso no te preocupes, repuso, pues siempre te sentí muy cerca de mi y me doy cuenta que quieres a mi familia, aún en la distancia. Ellos saben de tu amistad y te estiman.

—Dime, Jaime, ¿es difícil la separación del mundo físico?, me refiero a lo emocional.

—Pues ahora que lo mencionas, sí, si es difícil, pues uno está ligado a lo material y no me refiero solamente a los afectos, sino a las cosas materiales; por eso la insistencia de las religiones de no apegarse al dinero o a los bienes que hemos acumulado en nuestras vidas. La separación de las personas que amamos es traumante, pues uno está apegado a esos amores y de pronto no te escuchan, les hablas y no te miran y tú estás viendo tu cuerpo tendido, sin poder hacer nada, hasta que te empiezas a dar cuenta que no te encuentras solo, sino que te rodean muchos seres a quienes has amado y que partieron antes que tú, pueden ser tus padres, hermanos, abuelos o amigos entrañables. Todos ellos te envuelven en un aura de amor que te hace comprender tu estado, entonces vas hallando la calma espiritual. No es fácil, ni es rápido, mucho depende de lo apegado que estés a las cosas materiales.

—Mucho se ha dicho que los llantos de los deudos son como cadenas que impiden que el ser espiritual se desprenda totalmente de la carne. ¿Es cierto eso?

—Bueno, no en el sentido que te impidan desprenderte de tu cuerpo, lo que sucede es que el mismo amor que sientes por ellos, en esos momentos también a ti te lastiman y no quieres ver que sufran, pero eso es algo inevitable, pues el dolor es por quedarse solos o sentir la ausencia del amado. Cuando uno acepta el nuevo estado, entonces podemos empezar a ayudar a nuestros deudos a aceptar nuestra partida. Como ves, no es por las lágrimas vertidas, sino que estamos atados a los lazos del amor.

—Bien, intervino mi espíritu, ya han platicado suficiente, ahora es tiempo de que vuelvan a sus propios momentos, pues este ejercicio, en apariencia tan sencillo, ocupa mucha energía de los seres materiales y puede llegar a ser nocivo. Solo recuerda que nunca estás solo, siempre hay afinidades que te rodean y, aunque no te des cuenta, dos seres muy avanzados te cuidan, tu Protector y tu Guía, pero eso será tema de otro encuentro.

Los seres espirituales se fueron difuminando y la luz volvió a iluminar la cocina en que me encontraba. Sentía que había pasado mucho tiempo, pero la casa seguía en silencio, solamente a la distancia escuché a alguien saliendo de un baño, dirigiendo sus pasos hacia donde yo me encontraba. Mecánicamente volví la vista hacia el reloj y vi la hora: 8:05 de la mañana. Sonreí ante la brevedad del tiempo y sonreí para mis adentros, dándome cuenta de la realidad: El Tiempo es relativo, todo es relativo.

Sergio A. Amaya Santamaría
Enero 1 de 2011
Ciudad Juárez, Chih.


































































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