viernes, 4 de febrero de 2011

ONIRISMOS

Hace mucho tiempo que no viajo en compañía de mis viejos camaradas, ya lo extraño, y además mucho he aprendido en esos interesantes viajes; recuerdo aquella vez en que fuimos a aquel planeta tan lejano, estaba habitado por seres muy atrasados, su apariencia era simiesca, sus sentimientos rudimentarios. Ya vivían en grupos de varias familias, pero no había un sentimiento de amor entre parientes; era más bien una unión de conveniencia, lo mismo tenían hijos con una u otra mujer, sin más sentido que la necesidad de aumentar la población.
Según me explicaron mis guías, estos seres habían vivido en ocasiones anteriores en la tierra y en otros mundos de adelanto similar al nuestro, pero sus hechos como encarnados en sucesivas oportunidades los habían condenado a volver a iniciar la escala evolutiva. Seres que se dedicaban al vicio y al crimen una y otra vez, tenían necesidad de reiniciar sus propios ciclos y esto les llevaba siglos y siglos, según medimos el tiempo en la tierra, a fin de que encontraran la forma de superarse y encontrar la luz espiritual que les diera la oportunidad de llegar a lugares de vida más fácil.
Recuerdo también aquel día en que fuimos a mundo en gestación. Su atmósfera era rala y enrarecida, casi toda la superficie estaba ocupada por agua, pero era un agua espesa, de color verde grisácea. Por la explicación que me dieron, supe que este mundo tenía pocos millones de años de formación y que apenas presentaba formas incipientes de vida unicelular, pero dentro del Programa Universal, era un lugar importante, pues en cuanto las condiciones fuesen propicias, sería poblado, como todos los planetas que existen en el espacio infinito; planeta que vendría a tomar el lugar de otro, que por haber terminado su ciclo vital, sería desocupado, hasta que al fin desapareciera, para nutrir con sus despojos a otros cuerpos celestes que continuarían evolucionando para continuar el ciclo de la vida hasta el infinito.
En estos recuerdos placenteros me quedé dormido tranquilamente, en mi solitaria habitación.
De pronto los vi: mis viejos camaradas estaban nuevamente a mi lado; mi Espíritu, mi Mente, viejos amigos y maestros.
—Hola, - me dijo el Espíritu - largo ha sido tu descanso, querido amigo. Se ve que las necesidades físicas te han tenido muy ocupado y has descuidado un tanto los valores espirituales; no te lo reclamo porque todo es parte de tu desarrollo, así está escrito y así será, pero no debes olvidar que tu libre albedrío no te releva de la obligación de continuar tu misión espiritual. Recuerda que tu vida física es finita, es solo un momento, más o menos intranscendente, en tu vida espiritual. Tú aún ignoras cual es esa misión y no está en mi revelártela, solo puedo decirte que en tanto estés en el camino que has llevado, vas en vías de conseguirla; mucho de lo que hagas depende de mi, es cierto, pero también hay influencias de otros hermanos que tal vez no sean lo bastante honestos en las inclinaciones que te sugieran, y no debemos olvidar que el cuerpo físico solo tú lo controlas. Por tal razón, solo en tus horas de sueño puedo realmente intervenir yo. Algunos sueños los recuerdas, pero la gran mayoría no; lo poco que recuerdas, las más de las veces es en forma de símbolos que no siempre te preocupas por esclarecer, o que les das un significado opuesto a lo que hemos tratado de enseñarte. En tus horas de vigilia, en ocasiones me acerco a ti con lo que se podría llamar la “voz de tu conciencia”, a la que no siempre haces caso.

—Por otro lado, está nuestro inseparable compañero, aquí presente, tu Mente, quien con base en lo aprendido en esta vida y lo que le enseñamos de otras encarnaciones, complementa tu paso por este mundo. En este estado inconsciente en que te encuentras, - continuó hablando el Espíritu - es fácil para ti comprender estos conceptos, pero cuando despiertas, consideras a tu Mente como algo abstracto y limitado, pues, como la mayoría de los humanos, han olvidado la forma de utilizar el cien por ciento de la capacidad de su mente y solo recuerdan lo ocurrido desde los cinco o seis años de edad, y las pocas o muchas enseñanzas acumuladas en tan breve tiempo.

—Pero vamos, - dijo dirigiéndose a la Mente - quien mejor que tú para hablarle de estas cosas.
—Efectivamente, queridos hermanos, poca es la utilidad que me dan los humanos, pero eso es ahora, pues antiguamente, cuando el hombre no estaba rodeado de tanta tecnología, tenía más necesidad de mi y en épocas remotas, el término medio de la gente utilizaba más del 50% de mi capacidad, aunque para ser francos, solo unos cuantos iluminados han dispuesto del total de sus mentes y esto es comprensible, pues dadas las enormes capacidades que poseo, sería como entregarle un arma a un niño. A medida que el hombre supere sus pasiones materiales, irá teniendo más dominio sobre mi, ya que entonces estará en el camino de la superación espiritual y no solo serán convenientes, sino necesarios mis servicios, pues yo soy el punto de unión entre la materia y el Espíritu; por eso es tan importante el estudio continuo, aprovechando los conocimientos de seres más adelantados, como el estudio de ti mismo, es decir, la meditación. Ya lo dijo el Gran Maestro de la antigüedad: “conócete a ti mismo” y que mejor forma que por medio de la meditación; práctica que debe tener como objetivo primordial el acercamiento al Creador.

—Tenemos el gran ejemplo de Buda, que por medio de la meditación alcanzó la iluminación, el Nirvana, es decir, según las creencias orientales, la morada de Dios. Claro que él fue un Espíritu elegido, pero su misión fue enseñar y lo logró, pues aún continúan en práctica sus enseñanzas, aunque distorsionadas por los intereses y las pasiones del hombre. No con ésto quiero decir que todos serán iluminados, pero sí tendrán la luz necesaria para continuar con la evolución que tenemos señalada. Los que no entendamos esas viejas enseñanzas, deberemos reiniciar nuestros ciclos, pues el fin de todos es alcanzar la pureza espiritual, para que sirvamos de maestros o guías a hermanos de mundos más atrasados.
—Bueno, - al fin me atreví a hablar yo - pero eso nos llevará miles de años y ¿qué nos puede garantizar que los que muramos en esta generación no reencarnemos en seres hostiles, de ideas violentas o en países belicistas?. Precisamente, - repuso el Espíritu - cabe aquí recordar lo dicho por ese Gran Maestro que fue Albert Einstein, “Dios no juega a los dados”. Con esto se refería a que la Creación no es obra de la casualidad, sino el resultado de un enorme Plan Divino que tuvo un principio en el Infinito de Dios y un final en la Inmortalidad Divina. Jesucristo lo dijo: “Yo Soy el Alfa y el Omega”, el Principio y el Fin de todo lo creado.

—Por eso, si nos preparamos intensamente en este momento, no habrá riesgo de reencarnar en un sitio inadecuado, pues nuestra misma preparación nos estará abriendo el camino que, ante la Sabiduría del Creador, merezcamos. Aún en pequeña escala, como un niño aprendiendo a caminar, debemos iniciar nuestro camino hacia la perfección y debes recordar que solamente los espíritus atrasados reencarnan en las condiciones en las que temes. Ahora bien, tú me hablas de una duración de “miles de años”, pero olvidas que en la dimensión espiritual no existe el tiempo, por lo menos no como los humanos lo conciben. Aquí no hay ayer ni mañana, solo existe el hoy, este momento en que estamos en comunión con el Creador Universal, pues de Él venimos, a Él pertenecemos y a Él retornaremos.
—Efectivamente, - terció la Mente - tus preocupaciones se refieren a tus limitaciones corporales; a tu limitación del tiempo y en el tiempo, que es infinitamente pequeño comparado con la eternidad Divina. Tu expectativa de vida no va más allá de los setenta años en promedio y si nosotros estuviésemos regidos de la misma manera, creo que ustedes aún estarían tallando piedras.
—Bueno, - volvió a hablar el Espíritu - por hoy ya basta de charla, es necesario que reiniciemos nuestros viajes, pues no debes olvidar que “los viajes ilustran”. Visitaremos un lugar muy distante de la Tierra, que, aunque para nosotros representa solo el tiempo que tardamos en pensarlo, para ti podría ser un poco cansado… Relaja tu cuerpo…. Cierra los ojos…. Y déjanos guiarte suave y rápidamente.
Hice lo indicado y al abrir los ojos vi cómo la Tierra se quedaba allá abajo. Volví a vivir esa sensación placentera de flotar; podía ver el continente, rodeado por las aguas esmeralda y el fondo obscuro del espacio infinito; partículas de luz cruzaban el espacio a gran velocidad y en pocos momentos la tierra no era más que una estrella de poco brillo que se perdía entre los millones de cuerpos celestes. Entonces me di cuenta de lo infinitamente pequeños que somos en la Creación.
Volví la mirada hacia donde nos dirigíamos y vi una enorme masa negra, tan grande era, que calculo que podrían entrar quinientos soles como el nuestro. Todo era obscuridad a nuestro alrededor; después supe que entramos a lo que los astrónomos llaman un “agujero negro”, es decir, una masa tan densa que ni aún los fotones pueden escapar de ella. No sé cuanto tiempo transcurrió, pero de repente estábamos ya en un cuerpo lleno de luz, aunque una luz más rojiza que la que nos envía nuestro sol; la temperatura era muy agradable y estábamos cerca de una playa, las aguas eran transparentes y podía ver que estaba poblada de grandes cardúmenes de mil formas y colores. Soplaba una suave brisa que formaba olas tranquilas y acariciantes; el cielo, de un azul intenso, estaba surcado por ligeras nubes de un blanco purísimo y aves de diversas formas, tamaños y colores volaban a ras del agua, como buscando su presa.
—Al fin el Espíritu habló: Querido amigo, estamos en un planeta localizado dentro de un agujero negro que, como podrás darte cuenta, no es más que un universo dentro de otro. Este lugar es un planeta muy adelantado, cuyo nombre es Ceris; tan adelantado es, que algunos Maestros de la Tierra han venido aquí a continuar su preparación, tal es el caso de Pitágoras, que ha tenido aquí varias reencarnaciones que lo han situado en la categoría de Guía Espiritual de lo que podríamos llamar una comunidad de planetas de mediano desarrollo, los cuales visitaremos en otra oportunidad, por ahora vamos a conocer éste, en el cual nos encontramos.
—Este planeta, hace algunos millones de años, se encontraba en situación similar a tu Tierra; su atmósfera estaba cargada de materias extrañas, producto de la combustión de combustibles fósiles y la basura de todo género que sus habitantes esparcían por toda su superficie; sus ríos y lagunas estaban casi muertos y sus mares eran masas de aguas turbias y malolientes, pues las aguas negras lo tenían infectado. Huelga decir que la fauna en general estaba muy mermada y casi a punto de la extinción.
—Los pueblos vivían en constantes luchas y guerras sangrientas y todo hacía pensar que pronto el planeta sería inhabitable, pero como podrás comprender, todo está regido por una Inteligencia Universal y, cuando su tiempo fue cumplido, hubo grandes cataclismos, en los cuales perecieron millones de seres y sólo sobrevivieron aquellos que estaban mejor preparados espiritualmente: “la semilla tiene que morir para que germine y dé frutos”. Murieron muchos, pero era necesario “separar el trigo de la cizaña”, para que pudiesen continuar con su escala evolutiva. Los pequeños grupos de sobrevivientes se fueron reproduciendo mediante programas previamente establecidos por esa Inteligencia Universal.

—Espíritus de Luz empezaron a llegar, a fin de crear un mundo en el cual el Amor y la Paz estuvieran por encima de cualquier pasión negativa. El resultado lo estás viendo ahora, en sus mares y su atmósfera, pronto lo verás en sus ciudades y sus habitantes. Este mismo proceso ocurrirá en la Tierra, de hecho ya se ha iniciado; la actividad volcánica cada día es más frecuente, dando lugar a sismos y acomodamientos de tierra. Algunas tierras empiezan a ser ocupadas por las aguas de los mares y otras están emergiendo, en forma de islas o como si el mar se alejara de las playas.
—Ya en otras ocasiones ocurrieron diluvios y grandes terremotos, pero podríamos considerarlos como de importancia local; sin embargo, el cambio general llegará pronto y las llamadas “locuras del hombre” tocarán a su fin, dando paso al hombre nuevo, al hombre espiritual; tal vez, cuando eso ocurra, seres de este planeta irán a la Tierra a impartir sus enseñanzas y a propiciar el adelanto de los habitantes que sobrevivan en la Tierra. No debes temer a estos hechos, pues como bien sabes, la muerte no es más que el paso del sufrimiento físico a la auténtica vida y, si en el proceso mueren justos, deberán reencarnar rápidamente y continuar su misión. Si, por el contrario, sobreviven seres negativos, el mismo medio, hostil en un principio, los hará morir para que no estorben al desarrollo general.
Los lugares que íbamos pasando estaban ocupados por enormes bosques con múltiples variedades de árboles. En otras zonas nos encontrábamos entre bien cuidados campos de labranza y cerca de ellos, arroyos o ríos de aguas cristalinas. El ambiente todo hablaba de una gran pureza.
Cuando llegamos a un poblado, (digo poblado porque lo vi pequeño, pero después me enteré de que en el planeta no había grandes ciudades, sino lugares pequeños en que se practica mucho la convivencia humana) nos encontramos con personas de diversos colores, similares a los de la Tierra, pero tenían algo de etéreos, que no podría describir. Sus ropas eran de telas ligeras y predominaban los colores claros, pero brillantes. Las personas se sonreían unas a otras con amabilidad y, como repito que la ciudad no era grande, casi todos hacían los recorridos a pie. Existía, claro está, un sistema de transportación colectiva, pero eran vehículos silenciosos, impulsados por una energía desconocida para mi, la cual no contaminaba. El vehículo parecía flotar a pocos centímetros del suelo y las calles estaban recubiertas de algún material vitrificado, como roca fundida, pero no resbaloso. El movimiento de vehículos era mínimo y la gente caminaba tranquila, visitando tiendas y oficinas.
Como cualquier mortal que tuviese tal oportunidad, me inquietaba el concepto que esa gente tuviesen de Dios y así se lo expresé a mis camaradas, quienes gustosos me llevaron a lo que supuse un santuario o templo. El lugar era amplio, lleno de luz que llegaba de lugares no distinguibles, el amueblado era sobrio y muy parecido a las bancas de nuestros templos. Al frente, un altar con un pebetero encendido y muchas y variadas flores. No distinguí imágenes, pero la gente oraba con gran fervor mirando hacia ese altar. Al ver mi desconcierto, habló el Espíritu:
—Te parecerá extraño esto que ves, no te inquietes. La razón es que es un pueblo tan avanzado espiritualmente, que ya no tienen necesidad de percibir a Dios con forma humana, pues saben que están integrados a Él en el Espíritu. Te preguntarás qué hay de Jesucristo, pues bien, al igual que en la Tierra, también redimió los pecados de estos seres, pues son iguales a ti; ya te expliqué que tuvieron un proceso de desarrollo igual al que están viviendo en tu mundo. Aquí, tal como Él lo pidió, su doctrina se lleva mediante los actos, es decir, el Amor a nuestros semejantes y la Misericordia.
—Con todo y que tienen un lenguaje oral, - intervino la Mente - casi siempre se comunican en forma telepática, por lo que no son necesarios los teléfonos, pues en este sentido, la distancia no es problema. Su gran avance tecnológico no va más allá de lo que la población requiere. No hay moneda circulante, pues nadie tiene necesidad de comprar, las tiendas que has visto se mueven mediante el intercambio de bienes y servicios.

—No tienen el concepto de enriquecimiento material, pues sus miras son más bien al crecimiento espiritual. Tienen un alto sentido de la familia en particular, pero en lo general, toda la humanidad es “su familia”. Por tanto, no hay delincuencia y no requieren de policía. Hay un Consejo de Ancianos que hace las labores de gobierno, pero éstas están encaminadas a las obras de beneficio a la comunidad. Llegan a formar parte del Consejo aquellos que llegan a los cien años, pues es común que vivan ciento veinte a ciento treinta años. Lo mismo hombres que mujeres, al llegar a los cien años son miembros del consejo. Como las poblaciones no son muy grandes, estos grupos de gobierno tampoco son numerosos. De cada población se envía al de mayor edad a formar parte del Consejo Regional y a su vez, de cada región envían al propio al Consejo Continental. Finalmente, un representante de cada continente, que son siete, forman el Consejo de Ceris. No te imagines que por tan avanzada edad son ancianos, no, su forma de vida les permite llegar a tan avanzada edad, según tu medición del tiempo, en excelente condición física, aprovechando al máximo su gran experiencia.
—Como te imaginarás, no hay ejércitos, pues nadie pretende las tierras que ocupan sus vecinos, ni pretenden el poder como forma de dominio de masas. Llegan a los Consejos anhelantes de servir a sus conciudadanos, sin mas retribución que el ver sus nombres inscritos en los libros. Sus puestos son honorarios y ellos tienen tiempo de realizar sus trabajos de costumbre para cubrir sus necesidades.
—Como todo en el Universo, - intervino el Espíritu - Dios tiene leyes iguales para todos sus hijos, en la física sucede lo mismo: hay gravedad, temperatura, leyes que rigen el movimiento de los cuerpos; igual lo micro que lo macro, por tanto, también existe el tiempo para estos seres, aunque regidos por sus condicionantes particulares. El planeta tiene sus movimientos similares a los de la Tierra, es decir, tiene un eje inclinado 23º con relación a un horizonte hipotético, lo que le permite tener diversidad de climas. Gira sobre su eje en 26 horas, según tu tiempo. Recorre su órbita alrededor del sol en 420 ciclos de 26 horas y su temperatura media es de 18º Celcius. Como te darás cuenta, es similar a la Tierra en todo, menos en la forma de vida.
—Bien hermano, - continuó - es hora de volver, pues tu cuerpo requiere descanso. Cierra tus ojos y déjate llevar…..
A la mañana siguiente me sentía renovado, optimista, relajado. Recordaba con claridad la experiencia vivida y deseé de todo corazón que nuestra raza toda supiese cual era el camino. El Camino, la Verdad y la Vida. Sólo existe uno: Cristo Jesús. Salí a la calle y reanudé mis actividades cotidianas.


Sergio A. Amaya Santamaría
Irapuato, Gto.1985
Acapulco, Gro.1998




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